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Los orígenes de la marca Renner

Historia del grupo

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Un retrato de Arthur Koepke

Del Báltico a Brasil
un mundo en color

Corría el año 1922 cuando Arthur Koepke depositó su maleta en el muelle de Mauá, en Porto Alegre. Un viaje al otro lado del mundo para Koepke, su mujer y sus hijas. Una familia de Pomerania, región báltica situada entre Alemania y Polonia.

Marinero de profesión y aficionado a la química, Koepke había decidido cambiar de vida. La meta: el estado más meridional de Brasil. Empezar de cero. Como les ocurrió a miles de emigrantes justo después de la Gran Guerra.

Instalado en el barrio de Navegantes, una zona con fuerte presencia de inmigrantes alemanes, Arthur se integró rápidamente gracias a su curiosidad innata y a su extraordinaria capacidad creativa.

Una de las primeras etiquetas de una tinta fabricada por Koepke

Renner y Koepke, el encuentro

Doce meses después de su llegada, el europeo encontró trabajo en la empresa textil Frederico Engel Cia. Fue entonces cuando conoció a Antonio Jacob Renner, director de la empresa y nieto de emigrantes alemanes. Renner, nacido en 1884, había heredado el espíritu emprendedor de su padre Jacob, propietario de varias fábricas. El encuentro entre Koepke y Renner fue el punto de inflexión que cambiaría el curso de esta historia.

Una de las primeras etiquetas de una tinta fabricada por Koepke

La química como pasatiempo

En sus tiempos libres, Arthur Koepke se dedicaba a la química, mezclando pigmentos naturales encontrados en el vecindario. Así perfeccionó un compuesto impermeabilizante para la lana que le valió la admiración de Felipe Leopoldo Renner, hermano de Antonio. Ambos decidieron crear una fábrica de tintes.

En 1927, con una inversión de treinta millones de réis brasileños, Felipe Leopoldo y Arthur fundaron Renner Koepke Cia. Ya en aquel temprano entendimiento se manifestaba lo que más tarde resultaría ser una constante histórica del grupo Renner. A saber, el afortunado encuentro entre la experiencia industrial y el ímpetu creativo.

Reko (Renner Koepke Cia) da sus primeros pasos

Los hermanos Renner

El armario, el río Guaíba
y las pinturas

Renner Koepke Cia. empezó a producir tintes, utilizando materias primas nacionales como óxido de hierro y cuarzo. Koepke y sus empleados trabajaron incansablemente para mejorar las fórmulas. La producción inicial se realizaba manualmente, pero pronto se introdujo maquinaria avanzada.

Un día, Arthur, Felipe Leopold y su hermano pequeño Waldemar decidieron restaurar un viejo armario de madera. Para ahorrar dinero, los tres compraron una marca nacional de barniz en lugar de una importada. Aplicaron una, dos, tres capas de barniz y esperaron dos días. Pero la pintura no se secó. La alta humedad de la zona cercana al río Guaíba sin duda influyó en que no se secara, pero los tres amigos vieron una gran oportunidad de negocio en ese fracaso. La calidad brasileña de las pinturas era mala. Ellos iban a mejorarla. Ese episodio se convirtió en el catalizador de la misión de Renner Koepke Cia., que viró fuertemente hacia la producción de pinturas tecnológicamente avanzadas.

Ernesto Luiz Herrmann

De la Gran Depresión al caballo

En la década de 1930, el mundo se sumió en la Gran Depresión y Brasil sufrió transformaciones económicas y políticas. A pesar de las dificultades, la empresa de pinturas de Renner Koepke Cia. aprovechó las oportunidades creadas por la crisis, diversificándose y lanzándose también a la producción de embalajes para diversos sectores.

Esta expansión propició el nacimiento de Metalgráfica Renner, una escisión que se convertiría en referencia nacional.

En 1941, una inundación devastadora asoló Porto Alegre, sumergiendo la fábrica de barnices. Un golpe durísimo, que podría haber decretado el fin de esta historia.

Pero la palabra «resignação» (resignación) nunca formó parte del léxico de Renner. Con la incorporación de Ernesto Luiz Herrmann, la nueva Renner Herrmann Cia Ltda encontró un nuevo hogar y siguió creciendo.

Sobrevivió indemne a la Segunda Guerra Mundial y, a finales de la década de 1940, la empresa se trasladó a un nuevo emplazamiento con infraestructuras modernas.

La primera fábrica Renner Herrmann en el barrio Navegantes de Porto Alegre

Aquí, la empresa siguió invirtiendo en la integración vertical de la producción, construyendo una refinería de petróleo y desarrollando nuevos productos. En 1957, el nombre Renner se reflejó en el nuevo logotipo del caballo blanco, símbolo de agilidad, fuerza y audacia.

A la conquista del mercado brasileño

El Brasil de principios de los sesenta estaba plagado de fuertes tensiones políticas que provocaron una crisis económica aterradora. Como consecuencia, en 1964 se instauró un régimen militar que duraría 21 años.

En vísperas de esta difícil época, Renner Herrmann ya estaba posicionada como una marca emblemática con productos de alta calidad y una distribución eficaz.

El grupo tuvo que cambiar las normas de venta al por menor. En efecto, el mercado preveía hasta entonces una distribución limitada a un comercio minorista por localidad. En cada municipio, estas grandes ferreterías ejercían un verdadero régimen de monopolio. La decisión de perturbar esta costumbre abriendo nuevas tiendas no fue fácil.

Los antiguos comerciantes se echaron a un lado, hasta el punto de que Tintas Renner perdió el liderazgo en algunas localidades. En la mayoría de las ciudades, sin embargo, la decisión resultó ser feliz e inició un nuevo modelo de negocio.

El departamento de producción de pintura al disolvente en Porto Alegre (años 50)

Para apoyar el crecimiento del mercado de Rio Grande do Sul, Renner también adoptó un innovador sistema de entrega directa con sus propios camioneros.

En este contexto, Renner también puso en marcha un sistema pionero en la época, denominado “retira de pronta entrega”, en el que el minorista podía recoger artículos individuales a granel. Un proceso que aliviaba la carga de los almacenes de los minoristas, que podían utilizar el sistema de pronta entrega para emergencias y colores de baja rotación.
El concesionario podía hacer el pedido por la mañana y pasar por el almacén una hora más tarde a recogerlo.
Un servicio a medida de gran eficacia que esculpió el carácter emprendedor del Grupo Renner.

Tanto es así que aún hoy, en cualquier parte del mundo, la flexibilidad y la rapidez son señas de identidad de las personas que trabajan para el caballo.

El Milagro Brasileño

A finales de los años sesenta, gracias a la estabilidad económica y a la inversión extranjera, se abren nuevas oportunidades. Renner Herrmann salió a bolsa en 1966, preparándose para operaciones estratégicas.

Entre las adquisiciones más destacadas figura Industria de Tintas Louçalin, en 1968, que consolidó la presencia de Renner Herrmann en el mercado.

En aquellos años, Renner Herrmann dio en el blanco con una serie de campañas publicitarias. El eslogan «El esmalte Renner Extra tiene de todo menos olor a rosas» se convirtió en un auténtico estribillo.

Dos anuncios en los años 60

Reforestación e industria del automóvil

En 1970, Renner Herrmann diversifica sus actividades invirtiendo en Flosul, empresa de reforestación y transformación de la madera. Un proyecto apoyado por el gobierno, destinado a luchar contra la deforestación y promover la repoblación forestal en zonas poco arboladas. Una vocación, la verde, que nunca ha fallado a la marca del caballo.

La adquisición de Ideal en 1975 marcó un importante punto de inflexión. Con el apoyo del Banco Brasileño de Desarrollo, Renner Herrmann consolidó su posición en el mercado de barnices decorativos e industriales y entró también en el sector de barnices para automóviles.

Hugo, Thomas y Marcos

Hay un hilo conductor que mantiene unida la centenaria historia del Grupo Renner Herrmann. Y está formado por hombres con visiones inusuales. Si Hugo Herrmann fue el responsable del milagro brasileño, sus hijos Thomas y Marcos proyectarán la organización hacia el futuro.

Hugo creía que la formación de los ejecutivos de la empresa debía incluir una transición por todos los sectores, conduciéndolos a los puestos por mérito y no por descendencia. Fue una filosofía que involucró a sus hijos Thomas y Marcos, que debutaron en funciones operativas y luego, tras el aprendizaje fisiológico, relanzaron el crecimiento de la empresa en las décadas siguientes.

Década perdida

En los años ochenta, recordados como la «Década Perdida», el estancamiento y la hiperinflación dominaban la economía brasileña. El orden mundial giraba hacia la globalización de la economía. Los regímenes brasileños no.

Thomas y Marcos, con la firme orientación de Hugo, consiguieron superar aquellos años de grave recesión. La consigna: invertir en tecnología. Otra marca del caballo.

Renner amplió su fábrica a 22 kilómetros de Porto Alegre. La división de barnices murales se trasladó a Gravataí. La capacidad de producción aumentó a dos millones de litros al mes gracias a la mezcla automatizada. También se creó un laboratorio futurista, que se convirtió en una referencia internacional. Estudiantes de las mejores universidades fueron contratados y formados por los ingenieros químicos más experimentados.

Il sito industriale di Ideal nel 1975
Un ritratto di Alexandre Cenacchi

El hombre italiano

En 1980, Renner Herrmann se incorporó a Sayerlack Industria Brasileira de Vernizes, con sede en Cajamar (São Paulo). Alexandre Cenacchi había fundado la empresa especializada en barnices para muebles en 1968. Pero, ¿quién es Alexandre Cenacchi? Brasileño de ascendencia emiliana, Alexandre comenzó su carrera a los 18 años como gerente de Olivetti en Brasilia. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su camino estaba en otra parte. Así que empezó a trabajar con su padre, especialista en mobiliario para espacios comerciales.

Hola, Alexandre

Un día de finales de los años sesenta, Alexandre cogió el teléfono. Al otro lado estaba el director general de Olivetti en Brasil. Un italiano, con el que había trabajado el año anterior. «¿Hola, Alexandre? El hijo del presidente del Senado italiano viene a Brasil. ¿Puedes hospedarlo? ».

Durante el almuerzo, el hombre que llegaba de Roma explicó que era propietario de una empresa de barnices para madera: Sayerlack México. Había recibido una carta de uno de los directores de la fábrica Admiral TV de Rio Grande do Sul. Decía que estaba impresionado por los acabados de Sayerlack México.

El italiano se dio cuenta de que Brasil representaba una oportunidad, pero necesitaba gente sobre el terreno para esa nueva aventura.

Así que, al final de la comida, sorbiendo su café, le preguntó a Cenacchi: «Escucha Alexandre, ¿quieres hacer negocios conmigo?».

«Senti Alexandre, vuoi metterti in affari con me?». Immagine AI.

El triángulo México-Brasil-Italia

En octubre de 1968, durante los Juegos Olímpicos, Alexandre viajó a México para ver la empresa con sus propios ojos. En diciembre del mismo año, fundó Sayerlack Brasil en São Paulo, con una participación del 30% en el capital. La empresa prosperó hasta el punto de que al principio Sayerlack México no pudo satisfacer las necesidades de la filial. «Suministraban principalmente barnices de poliéster y no disponían de otros productos para entrar en otros segmentos», explica Alexandre. El impasse convenció a Cenacchi de volar a Italia en busca de nuevas sinergias tecnológicas para abordar la expansión en Brasil. Ante el desinterés de los mexicanos, Sayerlack Brasil se hizo completamente de capital carioca e inició su galopada, reforzada por la colaboración con Italia.

Un laboratorio de Renner Sayerlack

La unión entre Renner Hermann y Sayerlack Brasil

En ese momento, sin embargo, Alexandre tuvo que construir una nueva fábrica. La ubicó en Cajamar, es decir, a las afueras de São Paulo. El objetivo inicial era una capacidad de producción de un millón de litros de barniz al mes y 300.000 kilos de resina. Para apoyar la inversión, sin embargo, era necesario encontrar un socio. Así fue como Renner Herrmann acabó adquiriendo el 60% de las acciones de Sayerlack Brasil. La empresa se capitalizó, garantizando el desarrollo futuro con una amplia gama de productos.

Il sito produttivo di Sayerlack Brasil nel 1980
Hugo Herrmann Filho

Hola, Alexandre 2

«Un día recibí una llamada de Antonio Prestefilippe Neto», recuerda hoy Alexandre Cenacchi. Me preguntó si era cierto que estaba intentando vender la empresa. Le respondí que no, que buscaba un socio. «¿Podemos hablar?», argumentó Prestefilippe. Fuimos a comer e intercambiamos información. Más tarde recibimos la visita de Thomas Herrmann, responsable de adquisiciones en aquel momento. Vino a evaluar la empresa. Después de algunas negociaciones, entre junio y julio de 1980, Antonio me llamó y junto con Hugo Herrmann, una persona justa y preocupada por hacer las cosas bien, llegamos a un acuerdo de asociación. Hugo me ayudó mucho y le estoy muy agradecido. Yo me quedé personalmente con la parte comercial e industrial. Somos socios desde hace casi medio siglo».

No se puede negar. El teléfono es sin duda el mejor amigo de Alexandre Cenacchi. Lo volvería a ser 23 años después, cuando escuchara la voz de Lindo Aldrovandi desde el otro lado del Atlántico. «¿Hola, Alexandre? Me gustaría fundar Renner Italia…».

Internacionalización

Fortalecido por el matrimonio con Sayerlack Brasil, Renner Herrmann inició el proceso de internacionalización, empezando por América Latina. En 1982, adquirió Sinpla (Sintéticos del Plata) en Uruguay. Al año siguiente, fundó Lusol-Renner en Buenos Aires para atender al mercado del automóvil. En 1984, Renner Herrmann adquirió Oxford Tintas y Vernizes en São Bernardo do Campo. En el mismo año, nació Tintas Renner. La empresa consolidó su cuádruple campo de actuación en madera, automoción, barnices industriales y revestimientos murales. Y en 1986, al adquirir Lorilleux do Brasil, entró en el mundo de las tintas de impresión.

Il sito di Gravataí negli anni ’90

La transformación de los años 90

En 1989, la empresa decidió unificar las distintas marcas bajo el nombre de Renner. Este proceso de cambio de marca se completó con éxito y aumentó la notoriedad de la marca.

Con la llegada de los años 90, Brasil se enfrentó a una transformación económica y política. A principios de la década, Thomas Herrmann asumió la presidencia de Tintas Renner, liderando la racionalización y reorganización de las actividades de la empresa para adaptarse a la nueva realidad del mercado global.

Una nueva era que en 2004, a diez mil kilómetros de distancia, daría a luz en el corazón del valle del Po a Renner Italia.

La Copa Libertadores de 1995, recién ganada por su Gremio, con el patrocinador principal Renner en las camisetas.